martes, 7 de diciembre de 2010

Quinto Objetivo: Mejorar la Salud Materna

“Debemos luchar permanentemente por la salud de las mujeres con todos los recursos que tenemos. Cuando trabajamos juntos lo logramos” Esas fueron las palabras de Ban Ki-moon en la apertura de la Women Deliver 2010, celebrada en Washington.
El pasado mes de junio, el secretario general de la ONU, hacía un llamamiento a todos los gobiernos del mundo para trabajar junto al organismo internacional paramejorar la salud de las mujeres y los niños para cumplir el objetivo del 2015 que prevé reducir la tasa de mortalidad materna en un 75% para aquellas fechas. Sus palabras eran un desesperado aviso para paliar esa sangría constante de mujeres que mueren por causas relacionadas con el embarazo y el parto.
Se hace muy difícil precisar con cifras el oscuro destino de muchas mujeres durante el embarazo, el parto y el postparto. No se dispone de información fidedigna en ciertos países donde, hoy todavía, es un peligro de libertad, decisión y salud, ser madre. Muchas de esas muertes podrían evitarse, primero evitando la preñez no deseada y eso es un tema de concienciación universal y luego protegiendo y prodigando los cuidados de la mujer encinta.
En las regiones con más alto índice de tan apocalíptica estadística las causas más comunes son la hemorragia y la hipertensión, responsables del 50% de los fallecimientos. La malaria, el sida y las dolencias cardiacas embrutecen las cifras con otro 18%. Por último, el instante más complicado para las madres, el parto, se lleva el 11% de las víctimas. Según la Organización Mundial de la Salud, 500.000 mujeres mueren cada año durante el parto en todo el mundo. Las madres adolescentes, por debajo de los 20 años, quintuplican las probabilidades de fenecer durante el parto.
¿Cómo evitarlo?
Parece ser, según los especialistas, que las formas más eficaces de reducir las muertes del parto giran en torno a la educación sexualen todos sus aspectos, de las adolescentes. Un dato importante, las niñas que terminan sus estudios primarios tienen mayores probabilidades de controlar sus embarazos y dan a luz a edades más adultas. También exigen y conocen la atención prenatal y cómo tener bebés más saludables.
Pero todo eso no lo pueden conseguir por sí mismas. El porcentaje de mujeres de países en vías de desarrollo que recibe atención profesional durante el parto fue del 63% en el año 2008, cifra importante si tenemos en cuenta que en el año 1990 el guarismo era tan solo del 53%. En ello tiene mucho que ver la mentalización de las autoridades de esas regiones. El parto es sumamente arriesgado en el sur de Asia y en el África subsahariana. Así en los 24 países que componen esa región africana, las niñas de los hogares más pobres tienen el triple de posibilidades de quedarse embarazadas y de malparir que en los hogares más ricos de su entorno. Aunque la tasa de alumbramientos entre adolescentes descendió en 18 de los países subsaharianos hay un dato escalofriante, en casi todos ellos, las jóvenes de entornos rurales, las de deficiente educación y, como siempre, las más pobres, han aumentado el porcentaje respecto a las acomodadas y formadas escolarmente.
En la América Latina y el Caribe las tasas de mortalidad son más bajas que en el continente africano y que en ciertas áreas asiáticas. Sin embargo, constituyen todavía un grave problema social y sanitario. También aquí la mortalidad y las enfermedades durante el embarazo y el parto están muy relacionadas con el estatus social y educacional. El acceso de las mujeres a los medios anticonceptivos y a una atención sanitaria de calidad son indispensables para mejorar las cifras. Las diferencias entre los países latinoamericanos están directamente asociadas a la renta de ingresos por habitante. Así en los países menos desarrollados la mortalidad materna oscila entre 100 y 230 por cada cien mil nacidos vivos, con un desgraciado liderato de Haití con una cifra superior a 500. En los países de desarrollo intermedio la tasa está en descenso y varía entre 45 y 105, con otra excepción, la peruana que oscila entre los 180. La cifra, en las naciones más desarrolladas, va desde un escaso 10 a un 35%.
2º Premio Concurso Objetivos del Milenio de las Cortes de Castilla León. © Alcaraván
En África, muchos países han avanzado en estos logros, entre ellos Tanzanía, muy bien encaminada hacia el cumplimiento de la meta del ODM respecto de la salud materno infantil. Senegal ha tomado sus medidas para mejorar la nutrición y en Níger los anticonceptivos modernos se utilizan de manera más generalizada que hace una década. Malawi, Etiopía y Gambia pudieron reducir la mortalidad infantil entre el 25% y el 40% en los últimos 10 años, en Rwanda esta disminución fue incluso mayor, y se cifre en un 47%. Un dato esperanzador: África podría alcanzar los objetivos en salud materno infantil, tal vez no en 2015 pero en un futuro no demasiado alejado.
En todos los casos, la planificación y la prevención son la llave para mejorar la situación, además de una atención médica eficaz. Los partos complicados podrían derivarse a centros de salud preparados o a hospitales con recursos. La aportación de las parteras tradicionales (APTs), para apoyar a las madres en el alumbramiento y reducir las infecciones, sería preparando a las futuras madres en la asepsia del parto. No obstante, una investigación en Pakistán (por Health-Pakistan) confiesa que el aporte de las APTs sólo evita el 3% de las mujeres fallecidas durante el alumbramiento. Más vidas podrían salvarse si, como decíamos, todas las mujeres tuvieran acceso a una atención de emergencia y a la ayuda médica experimentada.
Evidentemente, eso es particularmente difícil en ciertos entornos donde las guerras, el hambre y los factores socioeconómicos y medioambientales, exigen otras prioridades. También es complicado en lugares donde las creencias religiosas relegan a la mujer, dos millones de niñas padecen cada año de alguna forma de mutilación genital y ello conlleva dramáticamente a las posibilidades de infección y complicaciones durante un parto.
Cumbre de la Unión Africana
Teníamos puestas nuestras expectativas y esperanzas en la 15 Cumbre de la Unión Africana que se desarrolló entre el 25 y el 27 del pasado julio en Kampala. Con sólo el 11% de la población mundial y a pesar de los avances expuestos, África supera en más de la mitad a todas las muertes maternas e infantiles globales. Teniendo en cuenta que todos los años en África mueren cuatro millones y medio de niños y 265 mil mujeres encintas, el esperado avance hacia los Objetivos del Milenio en sus puntos 4 y 5 nos parece desesperadamente lento. Así, no era de extrañar que el tema principal de la reunión fuese la salud maternal, neonatal e infantil. Sin embargo, a la postre, los temas de la Cumbre en Uganda, se centraron en la guerra civil en Somalia, en la alarma terrorista en África noroccidental, en respuesta al asesinato del rehén francés por la autoproclamada facción Al Qaida en el Magreb Islámico y en la reciente polémica por la orden de captura de la Corte Penal Internacional contra el presidente sudanés Omar El Bashir por genocidio. A pesar de todo, la decimoquinta Cumbre de la Unión Africana terminó con la promesa por parte de los gobernantes africanos de poner todos los recursos para acabar con el drama que nos ocupa. Mientras tanto, durante aquella semana en que se desarrolló la cumbre, unas 20.000 mujeres y 37.000 niños morían en la martirizada África. Durante la mencionada Cumbre el presidente Sidibé decía: “ La transmisión de madre a hijo del VIH ha sido prácticamente eliminada en el Norte global. Es inaceptable que tantos niños siguen naciendo con el VIH en África”.
Mucho podría evitarse
Según un estudio recientemente publicado por la revista médica y científica The Lancet, el avance en la reducción de la mortalidad materna se ha visto frenado por la actual epidemia de VIH. Según el artículo mencionado, se estiman en 343.000 las muertes maternas en 2008. Pensemos que más 60.000 mujeres podría salvar sus vidas si recibieran el diagnóstico adecuado y tratamiento del VIH. La existencia de muchas madres y de sus bebés, podrían ser aseguradas por medio de una combinación de pruebas de VIH y asesoramiento profesional; acceso a una profilaxis antirretroviral y su tratamiento; prácticas más efectivas de planificación familiar o el uso seguro de sucedáneo de la leche.
Un clavo para la esperanza ha sido el anuncio del estudio de los científicos sudafricanos Salim y Quarraisha Abdool Karim, de la Universidad de KwaZulu-Natal, de Durban, durante la XVIII Conferencia Internacional de SIDA, dobre un gel vaginal que contiene el medicamento antirretroviral Tenofovi y que reduce en un 39 por ciento las infecciones del virus del sida en las mujeres al aplicarlo doce horas antes y doce horas después del coito y que ya ha sido probado con éxito. Los científicos estiman que con este gel vaginal, sólo en Sudáfrica se podrían impedir 1,3 millones de nuevas infecciones de VIH en veinte años. Un milagro para África y para el mundo.

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